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Gabriela Velázquez Arriaga, apoyo de movilidad para cursar un semestre en la Universidad de Chile



Desde que somos niños tenemos sueños, sueños que en algunas ocasiones vemos lejanos. A medida que vamos creciendo nos damos cuenta que con esfuerzo y dedicación estos sueños que veíamos inalcanzables se pueden volver realidad.


Esta es justamente mi historia…. Desde que era pequeña me ilusionaba con poder ir a otro país, con conocer a otras personas, pero lo más importante quería aprender cosas diferentes a las que estaba acostumbrada. A medida que paso el tiempo fui esforzándome por escalar más alto termine la primaria, secundaria, preparatoria y con esto el paso a la universidad, ese sueño tan deseado de ser profesionista.


Dentro de la universidad se comienza a formarse como profesionista, pero también como ser humano, cada semestre que pasaba era oportunidad de cambio y de superación, de lograr las metas que año con año me había planteado estudiar en otro lugar fuera de mi casa y de mi país.


En ese momento era una persona tímida y con miedo al cambio, sin embargo tenía muy claro algo, quería salir de la universidad con un logro; uno importante. Un día del mes de octubre del año 2015 tome una decisión que sin lugar a dudas marcaría mi vida, decidí leer de principio a fin la convocatoria de movilidad otoño 2016 para poder postularme.

Mi primera impresión al terminar de leerla era de susto, ya que eran tantos los requisitos que pedían que no sabía si podría con todo, no sabía por dónde comenzar así que sin lugar a dudas seria por el principio. Me senté y le comente a mis padres y hermanos que quería irme de intercambio pedí apoyo para hacerlo el cual afortunadamente obtuve, y así fue como comenzó mi historia de aventura en la que nunca me imaginé que mi vida cambiaría por completo.


Fueron días de mucho trabajo, de esfuerzo porque eran tantas cosas las que debían hacerse, eran muchos documentos que se debían preparar para entregar, había días que me preguntaba si realmente podía hacerlo, si podía llegar hasta el final, sin embargo siempre había alguien a mi lado para decirme ¡tú puedes! ¡Inténtalo!, eso era lo que mantenía mi sueño con vida, la ilusión de llegar a mi meta.

Aún recuerdo aquel día de marzo del 2016 donde la dirección de cooperación me había enviado un correo en el cual decía que sería postulada a la Universidad de Chile, la emoción que tenía era tanta que solo imaginaba lo mucho que aprovecharía la oportunidad que la Universidad me daba.

Pasaron algunos meses en los que vivía angustia por no saber cuál sería la respuesta de la Universidad receptora, sería aceptada o rechazada. La ilusión se acrecentaba y los planes para mi estancia se hacían mayormente presentes. Que alegría cuando me llego aquel correo de la Universidad de Chile donde decía que había sido aceptada como Estudiante Libre Internacional, no lo niego mis ojos se llenaron de lágrimas al ver aquella imagen porque era el inicio de mi sueño; el inicio de la gran aventura que me esperaba, durante los próximos meses la ilusión del viaje se hacía presente, pero tenía una gran preocupación aún no había tenido noticias de algunas becas que había solicitado; sin lugar a dudas eso era muy importante para mi pues el aspecto económico era importante solucionar. Justo una semana antes de que tuviera que salir del país recibí una noticia que me desanimo completamente, había sido rechazada en la mejor beca a la que había postulado.

En ese momento se siente un poco de impotencia porque se piensa que todo lo que hiciste no valió la pena, que el camino se ha cerrado y no tienes salida; sin embargo afortunadamente aunado a eso vino la gran noticia que había sido acreedora a la beca de Fundación UAEMéx la cual me devolvió la esperanza de poder cumplir mi sueño.

Así fue como un jueves 14 de julio del año pasado emprendí el viaje, con tristeza de dejar a mi familia, a mis amigos, maestros, compañeros y a mi país, pero con la responsabilidad de representar con orgullo a mí facultad y la universidad en el país destino CHILE.


Al entrar al avión sabía que en ese momento se iba una persona con muchas dudas, con miedo quizá, pero que sin duda alguna regresaría otra siendo más segura de sí misma y con mayor madurez. Los primeros días en Chile fue algo nuevo para mí, era un reto que debía superar. En un principio me sentía muy sola, pues no conocía nada ni a nadie, salía a la calle explorándola, queriendo conocer e imaginar cómo sería mi vida durante los casi seis meses de mi estancia, recuerdo claramente que mis propósitos eran claros: estudiar mucho para demostrar que tenía la capacidad de aprender lo que más se pudiera para regresar con buenos resultados a mi país, conocer bastantes lugares para contar mi experiencia y que las demás personas estudiantes y no estudiantes vean que si se puede, se puede hacer incluso más de lo que uno mismo piensa.

Cuando llegue a la Facultad realmente quede sorprendida, ya que nunca me imaginé lo que mis ojos en ese momento podían ver: era una escuela realmente grande donde las oportunidades para estudiar eran increíbles, las instalaciones tenían todo para que los estudiantes las aprovecharan, en el momento que pise por primera vez las aulas comprobé que no me había equivocado pues sin lugar a dudas la Facultad de Economía y Negocios de la Universidad de Chile había sido mi mejor elección.


Fueron días un poco difíciles por la carga de trabajo que tenía, desde el día que comencé mis clases no deje de estudiar, y es que esa era mi labor aprender pero no solo de mi carrera sino también de Chile de ese país tan increíble que me abrió las puertas para que yo pudiera conocer lo que quizá no había imaginado. Eran días enteros de estudio, noches de desvelos en donde aprendí que lo más importante de la escuela no es la obtención de un número, ni tener la calificación más alta sino más bien lo que te deja entrar a todas las clases y trabajar arduamente por adquirir un conocimiento y lo más importante saber aplicarlo, esa es una de las tantas cosas que me dejo haber estudiado en la Universidad de Chile saber aplicar todo lo que se aprende.

Una de los recuerdos más bonitos que tengo de este intercambio es la feria internacional en la que tuve oportunidad de participar junto con tres compañeros más de diferentes estados de la república y de una universidad distinta, dimos a conocer lo que era México, las costumbres, tradiciones, la comida entre muchas otras cosas. Pero lo realmente importante para mí fue poder dar a conocer a los chilenos mi universidad de origen, decirles que la Universidad Autónoma del Estado de México tiene las puertas abiertas y la calidad educativa para que ellos realicen al igual que yo un intercambio.



Los meses pasaron tan rápido que ni siquiera me di cuenta , conocí a grandes amigos que hicieron de mi estancia la mejor, aprendí de ellos y segura estoy que ellos aprendieron algo de mí, las aventuras que pasamos, los viajes que hicimos, los días interminables de estudio en la biblioteca forman parte de nuevos recuerdos, porque como algún día se los dije: tomamos muchas fotos, tenemos ya muchas imágenes, pero lo mejor no lo llevamos en la memoria y en el corazón porque no hay un lente de cámara fotográfica tan perfecta como lo son nuestros ojos que tengan la capacidad de guardar la imagen y recordar la vivencia.


Recuerdo el día que llegue y también recuerdo mis últimos días de estancia en Chile en las que en mí vi un cambio grande y creo yo para mejorar, el estar ahí me ayudo a valorar a mi familia, amigos, compañeros, a la Universidad misma y a mi país, pero sobre todo me hizo ver que hacen falta muchas cosas por mejorar, que la situación en la que estamos hoy en día le hace falta un cambio, un cambio que solo nosotros podemos comenzar a hacer.

Hoy ya estando de vuelta en mi país agradezco infinitamente a todos aquellos que me apoyaron para hacer de esta experiencia la mejor, a todas las personas en México por apoyarme y nunca olvidarme, a todos los chilenos por abrirme las puertas de su país para que yo pudiera aprender que todo se puede hacer siempre y cuando se tenga constancia y esmero, a mis amigos de otros países por enseñarme la gran diversidad cultural que hay en todo el mundo. Haciendo un agradecimiento especial a la Universidad y a Fundación UAEMéx porque me dieron la oportunidad de cumplir mi sueño, gracias a la Universidad por darme el permiso de salida para poder estudiar en otra Universidad y gracias a Fundación UAEMéx porque me ayudo con los recursos para manutención durante una parte de mi estancia en Chile.

La despedida fue muy difícil porque ahora no sé cuándo podré volver, no fue un adiós sino un hasta luego, regresaré algún día para visitar y revivir todos los bellos momentos que pase durante estos casi seis meses, momentos que por lo pronto reviviré compartiendo mi experiencia.

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