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Ana Karen Ontiveros Alfaro, apoyo de movilidad para cursar un semestre en la Universidad de Sinaloa.

Todo comenzó el día 05 de Agosto, misma fecha en que salía mi vuelo desde el Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México, a las 8:20 a.m., arribando a la ciudad de Culiacán a las 10:20 a.m.

Para mi buena suerte, tenía a unos conocidos viviendo en Culiacán, un bonito matrimonio, Alfredo González y Ana Sandoval, quienes me brindaron su ayuda y me hicieron favor, días antes, de buscar algún lugar a donde pudiera llegar a rentar.


En el mismo vuelo que yo iba, iba un buen amigo de la Facultad de Derecho, Carlos González, con quien días antes había estado en contacto, quien me comentó que también se iría de Movilidad a la Universidad Autónoma de Sinaloa.


A mí llegada al Aeropuerto, Alfredo ya me estaba esperando y de ahí nos trasladamos hacia su casa para poder dejar mis maletas y así acudir a los lugares en renta que él, junto con su esposa, habían visitado anteriormente. Para mi fortuna encontré un lugar en donde vivir a los pocos días de mi llegada.

Como en el edificio a donde llegue a vivir tenía cuartos disponibles, un precio accesible, y se encontraban en una buena ubicación, le comente a mi amigo Carlos, y decidió rentar en el mismo edificio.


Ahora les platicare sobre la Universidad, en particular de la Facultad de Derecho (que es a donde yo iba)…


En mi carta de aceptación decía que la fecha de inicio de clases estaba programada para el 10 de Agosto, fecha por la cual decidí irme con días de anterioridad.


Justamente, dos días después de mi llegada, y en compañía de Alfredo y de Carlos (quien también iba de Movilidad para la misma Facultad), nos dimos a la tarea de ir a conocer las instalaciones, presentarnos con los encargados del área de Movilidad y así saber cómo sería nuestro inicio de clases.


Tremenda sorpresa nos llevamos cuando el encargado de Movilidad, el Licenciado Ernesto Quintero, quedó sorprendido con nuestra visita, ya que, según él, ninguna de las materias que aparecían en la homologación que había recibido se abriría en ese semestre. La verdad eso fue algo muy decepcionante y espantoso para mí, no sabía qué hacer, si salir corriendo a llamarle al Maestro Francisco, o llorar por la circunstancia en la que nos encontrábamos. Justo después de arrojarnos esa cubeta de agua fría nos dijo: -no se preocupen “plebes” (regionalismo para referirse a un joven, muchacho), regresen el 10 de Agosto, y ya les digo como estará su situación-.


Y así fue, el lunes 10, estábamos de regreso, para saber cuál era la solución a este pequeño problema. La situación se tornó un poco más amigable para nosotros (dejando de lado el terrible calor que hacía en esos días), ya que, el Licenciando Ernesto tenía en sus manos el plan de trabajo de ese semestre (el oficial) y coincidía casi en un 80% con las materias que teníamos que cursar, solo se debían hacer unos ajustes en las materias optativas que habíamos elegido para ese semestre.


Por otro lado, (no sé si tomarlo como mala noticia), la entrada a clases no era ese mismo día así como lo indicaba la Carta de Aceptación, ¿la razón?, muy sencilla, como los “plebes”, (o sea, los alumnos), no acuden a clases las primeras dos semanas porque así están acostumbrados, entonces, la entrada sería hasta el 24 de Agosto y en horario “nocturno”, de 5 de la tarde a 8 de la noche, de lunes a viernes; noticia, que al menos a mí, en lo particular, me disgustó mucho al principio, tanto por el horario y por la fecha de entrada, ya que siendo nueva en una ciudad, saliendo a las 8 de la noche y sin nada que hacer durante dos semanas, era un tanto deprimente.


Por lo que después de que se me paso el disgusto, y poniéndome de acuerdo con mi amigo Carlos, quien se encontraba en la misma situación, nos dimos a la tarea de buscar que lugares eran, por así decirlo, “típicos en Culiacán”, para conocerlos y así, mínimo, aprovechar el tiempo que tendríamos libre.

Así conocí el Zoológico de Culiacán, ¡un lugar muy bonito!, pero les recomiendo llevar repelente para mosquitos.


Conocí también una plaza muy famosa en Culiacán llamada “Forum”, y un muy famoso parque llamado “Las Riveras”, lugar en donde la gente puede hacer actividades recreativas, como andar en bicicleta, tirarse de la tirolesa, hacer ejercicio y muchas cosas más.


Pasaron los días y por fin era 24 de Agosto, era el primer día de clases, era emocionante y a la vez preocupante, ya saben, el nerviosismo del primer día de escuela, en un lugar nuevo, con gente nueva, con una cultura nueva, y principalmente, a lo que venía, una educación nueva.


Iba a tener tres salones diferentes, para tomar las 5 materias que debía cursar ese semestre. Entre el nervio y la preocupación de saber cómo sería, había algo que hacía que fuera más llevadero, pues junto conmigo, entraría mi amigo Carlos, así que de esa forma me sentía un poco acompañada, ya que era una persona que conocía de tiempo atrás.


Cuando entre al primer salón, el maestro, el Licenciado José Antonio Bueno, me pregunto: -¿De dónde viene?, ya que su acento se escucha distinto-. Y fue entonces cuando me presente como alumna de Movilidad, proveniente de la Universidad Autónoma del Estado de México; y así fue como comenzó todo.


Enseguida me fui a la próxima clase, donde la maestra que la impartía, la Dra. en D. Sofía Barraza Valenzuela no hizo ninguna distinción, en la siguiente clase, impartida por el Dr. en D. Francisco Higuera Castro tampoco hizo alguna observación al respecto.


El siguiente maestro que tuve, el Dr. en D. José Rodolfo Lizárraga Russell, se presentó y fue muy amable. Con él tomaría dos materias.


Así transcurrieron los primeros días de clases, sin nada trascendente, platicaba muy poco con mis compañeros, ya que el hecho de tener que cambiar de salón para tomar clases impedía que pudiera socializar lo suficiente.


No me puedo quejar de la amabilidad de los compañeros Sinaloenses, ya que, independientemente de todo son personas muy atentas y amables pero, no son personas que te acojan si eres una persona de fuera. La verdad la sufrí mucho, porque al menos en mi Universidad, el saber que una persona viene de intercambio hace que uno como estudiante, trate de fraternizar con ellos, a diferencia de los compañeros que tuve en la Movilidad; quiero pensar que tal vez es porque en su Universidad aún no está muy “de moda” eso de la Movilidad o de los Intercambios, para ellos es algo extraño y fuera de lo común.


Pasaron los días y notaba que la forma de impartir clases y el interés de los compañeros era totalmente distinto a lo que venía acostumbrada en la UAEM, el nivel de exigencia era menor, así que, lo mejor que podía hacer era trabajar en clase como yo estaba acostumbrada a hacerlo, sin importar que a veces lo compañeros me vieran como bicho raro por hacer las cosas con un nivel de complejidad mayor, con mayor esmero. Eso me sirvió, ya que, a los maestros les gustaba que hubiera alguien que le pusiera empeño a los trabajos en clase.


De esta manera, y viendo la forma que tanto yo, como mi amigo Carlos teníamos de trabajar en clase, los compañeros comenzaron a hacer sus trabajos con mayor esmero, y mayor dedicación. Eso fue algo muy gratificante para mí ya que, a decir verdad, estaba un tanto decepcionada de la escuela; no era lo que yo esperaba, no era como yo lo imaginaba.


Pase unos momentos muy amargos, entre ellos algo que aún no supero, es que, una vez que ocupaba un libro, hice todo lo humanamente posible para que en la biblioteca me lo prestaran, y al final, la razón por la que no me prestaron ese libro fue porque sencillamente era de Movilidad y por lo tanto de otra Universidad, (ahora me da risa). Y así, como esa historia, tengo muchas más.


Pero independientemente de eso, considero que fue una experiencia y un aprendizaje de gran importancia para mi vida, tanto personal, como laboral.


En cuestiones académicas, puedo decir que me fue muy bien. Obtuve muy buenas notas, a pesar de que una materia (la que impartía el Dr. Higuera), me hizo quebrar la cabeza unas cuantas veces, ya que tiene un método de enseñanza un tanto especial. Considero que es un gran maestro, pero le falta un poquito la pedagogía en su forma de impartir la clase.


En esa clase, ya casi al final, hice a unos muy buenos amigos, personas que me brindaron su confianza, me abrieron las puertas de sus hogares y que lamento mucho que haya sido ya casi al final de esta gran aventura… ¿sus nombres?. Itzel, Emma, Adi, y Mary, gracias a ellos, puedo decir que disfrute al por mayor esta experiencia y pude conocer lo que me faltaba por conocer de Culiacán y parte de Sinaloa…Por otro lado, conocí muchos lugares…


Fui al Congreso de la Unión:

Estuve en Torre de Rectoría, por cuestiones de trámites de la misma Movilidad:

Fui invitada a participar en unas actividades que forman parte de un programa Estatal llamado “Más Culiacán” que es impartido en un parque recreativo, en pro a la salud.


Y bueno, un sin fin de experiencias, que si tratara de nombrarlas todas me llevaría muchísimas hojas más…


Concluí clases el pasado 18 de Diciembre, con una gran satisfacción y agradeciendo plenamente a todas y cada una de las personas que hicieron posible que cumpliera este sueño, a mis padres por su apoyo incondicional, a ese gran amigo Carlos, por haber sido mi compañía en este viaje, a Alfredo y a Ana, por abrirme las puertas de su hogar y por haberse convertido en parte de mi familia, a esos grandes amigos que me llevo en el corazón, Adi, Itzel, Mary, Emma.


Infinitas gracias a la Universidad Autónoma de Sinaloa, por ser mí casa mater por un semestre y a la Dirección de Apoyo Académico a Estudiantes y Egresados (DAAEE), por ser los guías y los que hacen posible que este sueño se vuelva realidad, a Fundación Universidad Autónoma del Estado de México, A.C., por ese apoyo fundamental que brindan a los estudiantes que participamos en estos programas y sobre todo a mi casa mater, la “Universidad Autónoma del Estado de México”, por hacer posible que sus alumnos tengan el gran privilegio de formar parte de un programa de Movilidad Nacional. ¡Yo soy FUAEMéx!

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